¿Se puede ser joven y no ser revolucionario?

¿Se puede ser joven y no ser revolucionario?

La idea romántica del joven rebelde que se enfrenta al mundo y finalmente lo cambia, parece haberse convertido hoy en una excepción y no en la regla. La rebeldía juvenil ha quedado relegada al ámbito de lo doméstico, de las rabietas infantiles en casa con sus padres o hermanos por no tener lo que se le antoja en ese preciso momento. Así pues,  las nuevas generaciones están cambiando este paradigma generacional que asumiera como cuestión casi biológica la rebeldía con la juventud.

La sociedad de consumo nos empuja a actividades que no precisan del otro para poderse completar satisfactoriamente, maratones de series televisivas, horas en las  redes sociales, música directa de nuestros teléfonos a los oídos… Poco queda que fomente la participación y el conocimiento mutuo, ¿y si no sabemos que los padecimientos de los demás son,  básicamente, iguales a los míos,  como esperar una revolución?